Paso 2. Conócete a ti mismo

Conócete a ti mismo

En el anterior capítulo me centro en entender realmente lo que nos hace feliz desde el punto de vista personal.

Pero, sin duda, uno de los puntos más importantes de la vida de las personas es su dedicación profesional. Por lo que ello implica en cuanto a la realización como persona, en cuanto a la dedicación de la gran parte del tiempo de nuestra vida, en cuanto a las relaciones personales

En este punto, quiero introducir el concepto del Ikigai, la ancestral filosofía japonesa que pretende identificar la verdadera razón de ser en la vida de las personas.

Tu ikigai 1, según educacionfinanciera.info

Entendiendo bien esta figura e intentando adaptarla a cada una de nuestras vidas personales podríamos identificar nuestra razón de ser.

Para poner un ejemplo de mi vida personal podría tratarse de la formación:

– es algo que me apasionaba desde bien pequeño, en mi infancia visualizaba mi vida como maestro en una escuela pequeña de un pueblecito;

– lógicamente, es algo que la sociedad necesita, la sociedad necesita educación y formación, y trasladar valores y conocimiento a los jóvenes es una bonita vocación.

– con el paso del tiempo y tras varios años dando formaciones he descubierto que realmente se me da muy bien, conecto con las personas, soy capaz de inspirar.

– Y por último, y no por ello menos importante, la formación está bien pagada y me ha permitido generar unos ingresos adicionales a mi dedicación habitual.

Esta reflexión, me la he hecho recientemente dándome cuenta que realmente yo tenía un diamante dentro de mí que era mi capacidad, mi vocación, mi pasión para dar formación sobre temas que domino y que disfruto. Y encima… ganaba dinero con ello.

Planteo este “Conócete a ti mismo” como un capítulo muy importante de los 40 pasos para alcanzar la libertad financiera, en concreto muy al principio, el segundo capítulo, porque creo que es realmente estratégico y diferencial.

Es fundamental ser capaz de darte cuenta de cuál es tu verdadero diamante, qué es lo que verdaderamente te hace feliz, a qué querrías dedicar tu tiempo, tu profesión, tu vocación, que encima de aportar valor a la sociedad, se te da bien, lo disfrutas y, además, puedes ganar dinero.

Realmente para mí esto ha sido diferenciador: gracias a las formaciones en escuelas de negocio y en diferentes Masters y especializaciones, mi conocimiento sobre el emprendimiento, el mundo digital, el marketing y la transformación digital, me ha permitido desarrollarme como profesional, disfrutar, conocer a mucha gente nueva y muy interesante y generar unos ingresos adicionales de alto valor.

Siempre cuento como anécdota cuando algunos amigos me decían por qué iba a dar una formación un viernes o un sábado, por 100 o 300 €, mientras ellos estaban descansando, tomando cervezas o viendo series. 

Evidentemente, con una única formación al año no me cambiaba la vida, pero después de varios años, incorporándome a nuevas escuelas de negocio, aportando valor en muchos Masters y en diferentes formaciones, la realidad es que tengo unos ingresos adicionales que bien podrían cubrir más de 1/3 de mis gastos habituales.

Como te imaginarás, estos no son ingresos totalmente pasivos, pero yo los considero semi pasivos porque son adicionales a mi trabajo habitual, los hago en horarios extra y los disfruto mucho. Y la reinversión de estos ingresos adicionales me ha permitido crecer en patrimonio, en inversiones y, todo esto, generarme, esta vez sí, ingresos pasivos

Por tanto, en mi plan y en mi presupuesto de ingresos, los ingresos adicionales por formaciones que vienen a desarrollar mi diamante interior se convierten en una fuente de recursos y que además, nunca voy a abandonar porque me hace feliz, porque me mantiene activo, porque me permite conocer a gente nueva…

Además que no considero que mi libertad financiera se vaya a transformar en una vida de inactividad y desconexión de la vida profesional, todo lo contrario. La formación me permite mantenerme al día, me permite seguir aprendiendo y me mantiene vivo, activo y joven.

Podría poner otro ejemplo de diamante, o Ikigai personal.

Me refiero a la temática de esta plataforma relacionada con la educación financiera.

Realmente me apasiona. Creo nuevamente que el mundo necesita la educación financiera. Y creo, y aquí vosotros, comunidad, sois los jueces, que realmente transmito, inspiro y, se me da bien.

En este caso es un proyecto que no genera ingresos pero me hace feliz, es una aportación de valor para la comunidad, de manera desinteresada y altruista con el objetivo de ayudar a construir una sociedad más libre, también financieramente.

La pregunta ahora es para ti: ¿tienes alguna pasión? ¿Algún diamante interno dentro de ti que pudiera transformarse en tu Ikigai?

Se me ocurren muchos ejemplos:

– El conocimiento alrededor de los viajes, ayudando a otras personas a organizarse viajes, reservar experiencias, compartir fotos o vídeos, planificación, ahorro de costes, etc.

– Tu creatividad, arte, diseño: si te gusta la fotografía podrías hacer fotos en bodas, para familiares o amigos, para niños recién nacidos, para parejas.

– Si te gusta el diseño o el interiorismo: podrías ayudar a las personas a decorar su casa ayudando en las compras, distribución de muebles, etc.

-Si te gustan las mascotas, la jardinería: podrías sacarte unos ingresos adicionales cuidando, arreglando, paseando.

– Si te gusta la moda, los complementos, las compras, el maquillaje, el cuidado de la piel. Podrías construirte un blog, un canal de vídeo, una red social, o ayudar a amigos o amigas.

-Si te gusta el entrenamiento, la nutrición deportiva, etc. Podrías crear planes de entrenamiento de nutrición, un perfil social, un canal de blog o de YouTube.

Como ves, son algunos ejemplos que no tienen por qué ser excluyentes, y que es posible que alguien piense en lo absurdo de los mismos, o el esfuerzo adicional de los mismos. Efectivamente, puede suponer un gran esfuerzo. Pero encontrar una fuente de ingresos adicionales a tu trabajo habitual nadie dijo que fuera fácil ni que fueran a regalártelo.

Recuerdo cuando arranqué dando clases y formaciones. Me costó mucho tiempo prepararme dichas formaciones y mucho sacrificio hacerlo un viernes desde las 16.00h hasta las 21.00h de la noche o, un sábado desde las 09.00h hasta las 14.00h del mediodía. Nadie dijo que fuera fácil, supone un gran esfuerzo y un sacrificio de tiempo y de relaciones personales, tiempo con los niños… pero merece la pena.

No olvidemos que además estamos hablando de algo que te apasiona y que se te da bien, por lo tanto “sarna con gusto no pica”.

Pero muchas veces el entorno podrá no entender la necesidad, o el por qué hacer horas adicionales o trabajo extra fuera de tu horario laboral habitual. Y menos cuando al principio cuesta monetizarlo. Siempre recuerdo los comentarios de “esos 50 € que sacas tú adicionales me los gasto yo en una comida”. Y es cierto, pero cuando esos 50 se transforman en 200, o en 500, o en 1000. ¿A que eso ya sí que te interesa?

Estamos hablando de ingresos adicionales que en muchos casos no podrías conseguir en tu trabajo habitual ya que no tendrías la opción de conseguir una subida de sueldo de 100, 200 o 500 €. ¿Cuánto esfuerzo, responsabilidad, objetivos tendrías que realizar para tal subida salarial?

Y estamos hablando de un esfuerzo adicional durante unos años pero que tienen que formar parte del plan, tienen un fin.

Incluso podría tener sentido que gracias a estos ingresos adicionales te pudieras permitir ciertos caprichos, viajes, o lujos que de otra manera no podrías hacerlo. 

En mi experiencia personal, creo que generar esta nueva fuente de ingresos adicionales ha sido clave en mi camino y, de no haberlo tenido, seguro que no estaría a las puertas de alcanzar mi libertad financiera.

Y una vez conseguida esta fuente de ingresos adicionales no la voy a abandonar. En mi caso forma parte de mi plan, disfruto con ella y está integrada perfectamente en mi modo de vida, mis horarios y mi familia. 

Te invito a hacer una reflexión: ¿te imaginas que llega el momento en el que con tus ingresos pasivos de inversiones y tu diamante interior pudieras cubrir todos tus gastos, organizarte tu tiempo, ser dueño de tu destino y trabajar en eso que verdaderamente te apasiona?

¿Qué es el «ikigai»?

El “ikigai”, o también llamado el “diamante interior”, lo encontramos en la intersección entre aquello que amamos, aquello en lo que somos buenos, aquello por lo que puedan pagarnos y aquello que el mundo necesita.

Estas perspectivas, relacionadas entre sí, cobran sentido cuando las identificamos y trabajamos de manera individual y personal. En el centro de todas ellas, cuando las equilibramos, se encuentra nuestro ikigai.

Tu ikigai 2, según educacionfinanciera.infoLa relación entre lo que amamos y aquello que sentimos que el mundo necesita es nuestra misión.

La confluencia entre lo que el mundo necesita y por lo que nos pueden pagar concluye en nuestra vocación.

La relación entre aquello por lo que pueden pagarnos y aquello en lo que somos buenos es nuestra profesión.

Y la confluencia entre aquello en lo que somos buenos y aquello que amamos es nuestra pasión.

A partir de aquí y, continuando con la lectura de la figura de fuera hacia dentro, todos estos aspectos se continúan interrelacionando entre sí.

Tu ikigai 3, según educacionfinanciera.info

Si se relacionan la misión y la vocación (lo que amamos, lo que necesita el mundo y por lo que nos pueden pagar) nos generará gran entusiasmo y satisfacción; pero al no ser buenos o especialistas en ello tendremos cierta sensación de incertidumbre.

Cuando confluye la vocación y la profesión (que a su vez es la intersección de lo que sentimos que el mundo necesita, aquello por lo que nos pueden pagar y que, además, somos buenos en ello) tendremos cierta estabilidad y nos sentiremos cómodos, pero al no coincidir con lo que amamos, podremos tener una sensación de hastío o vacío.

Continuando con el gráfico, cuando se relacionan la profesión y la pasión (o aquello por lo que nos pagan y en lo que somos buenos y amamos) sentiremos una alta satisfacción, que no estando directamente relacionada con lo que sentimos que el mundo necesita, nos podrá generar un sentimiento de inutilidad.

Y cuando confluyen la pasión y la misión (en lo que somos buenos, lo que amamos y lo que sentimos que necesita el mundo) nos generará un alto sentido de realización, pero sin reporte económico.

Por tanto, relacionadas de manera sesgada no conseguiremos encaminarnos hacia la plena realización personal, pues en todas ellas habrá un aspecto fundamental que quedará descubierto.

Tan sólo si nos adentramos al centro encontraremos nuestro diamante interior o nuestro ikigai.

El objetivo, pues, es equilibrar nuestra misión, vocación, profesión y pasión, de manera que se tornen en un elemento central en nuestra vida. 

No basta con identificar nuestro propósito o propósitos, sino que también es necesario que nos pongamos en marcha con tal de alcanzarlo. 

Por eso, pregúntate, ¿cuál es tu diamante interior? Y ve a por ello.

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